Primer día de Colegio… El maestro entra
en el aula y tras un cordial saludo sus primeras palabras son: “Hacedme una
redacción sobre vuestro verano”. Los alumnos no ponen pegas, unos más animados
que otros, algunos ilusionados por narrar todos los acontecimientos vividos,
otros más pensativos intentado imaginar qué historia le pueden contar al
maestro… Pero, al final, todos entregan sus redacciones. Redacciones que el
maestro corregirá y llenará de marcas rojas señalando las faltas de ortografía,
para después colocar en la esquina superior de la hoja una nota. En el mejor de
los casos, en lugar de una nota, hará que los alumnos escriban 10 veces cada falta
de ortografía, en el peor, hará ambas cosas.
Van pasando los días en el Instituto,
donde la situación no mejora. Nos mandan redacciones y copias a mansalva, más
copias que redacciones. Los profesores meterán miedo a los alumnos indicando
que aquellos que superen un número determinado de faltas, suspenderán.
Por fin, quien haya tenido esa suerte se
encontrará sentado en un aula de la Universidad. Ilusionado por el primer día,
recibirá la primera tarea del docente: “Para mañana deberéis traer hecha esta
práctica con los siguientes apartados… Y lo quiero redactado”. Tras esa última
indicación, el alumno comienza a temblar, la ilusión se desvanece y el miedo
hace mella en él. “¿Cómo redactará esa práctica? ¿Estará a la altura? ¿Hará el
ridículo?” Por supuesto, estas preguntas se las formulará aquel que tenga una
mínima preocupación, también habrá quien no tenga problemas en entregar un
trabajo de cualquier manera.
En definitiva… ¿qué es lo que observamos?
Al principio de nuestra etapa escolar los
alumnos desean expresarse, ya sea de manera más realista o más imaginativa,
pero lo que los niños quieren es que les escuchen y les presten atención. Pero si
tras seis años únicamente escriben redacciones para que el maestro les diga lo
mal que escriben las palabras su ilusión caerá en saco roto y sus ganas por
escribir y expresarse se desvanecerán.
Es así como en la Educación Secundaria
los alumnos han llegado sin motivación ni ganas por expresarse, porque saben
que siempre habrá errores y que dará igual las ideas que transmitan, el maestro
sólo corregirá esa tilde o esa “hache”.
Y es entonces cuando al llegar a la
Universidad el alumno se da cuenta de que todos le han intentando enseñar a no
cometer faltas de ortografía, pero que nadie a lo largo de 12 años le ha
enseñado a escribir, y lo peor es que continúa cometiendo esos errores. Aun así
el alumno lucha por intentar hacerse entender entre un mar de dudas e ideas,
preocupado por cómo escribir tal cosa y por evitar tal falta, y a pesar de eso
tiene que escuchar comentarios sobre… “los estudiantes universitarios no saben
escribir”.
¿No saben escribir? ¿Seguro? O… ¿no les
han enseñado a escribir? Tal vez el problema haya sido que nadie se ha
molestado nunca en explicarles qué es la escritura, la importancia de
expresarse con corrección para que la comunicación no falle y, todavía más
importante, incentivarles a escribir.
Escribir cualquier cosa. Da igual. Eso no
tiene importancia. Pero si escribes, aprendes a escribir. Y sí, la conciencia
ortográfica hay que desarrollarla, pero si logras tener alumnos sin errores en
la escritura pero que no saben expresarse por escrito… tu trabajo no habrá
servido para nada.
Estas reflexiones las he obtenido a lo
largo de cuatro largos años de carrera, en los que he observado atentamente los
escritos de diferentes compañeros y los míos propios.
Posiblemente lo que más me indigne es que
el sistema educativo funcione como una fábrica. Siempre se culpa al producto resultante de ser
fallido o defectuoso, pero no observan si el proceso de elaboración también
tiene algún defecto.
Me ha llamado sumamente la atención un
vídeo-documental en el que se habla sobre la Escuela de Escritura, instaurada
en la Universidad de Alcalá de Henares. Una iniciativa curiosa y a valorar. No
obstante, si se trabajara correctamente la escritura desde los inicios de la
escolaridad, este tipo de escuela no sería necesario.
Espero que lo disfrutéis.
Como apunte, quisiera indicar que este
vídeo forma parte de un programa llamado
Anaqueles Ocultos, con página web propia y que se dedica a hacer
documentales cortos muy interesantes de tema de actualidad. Os lo recomiendo
enormemente.
Grupo 3.
Realizado por: Valeria Raserón.
Hola Valeria,
ResponderEliminarme ha parecido especialmente interesante esta aportación.
Al igual que tu, creo que la enseñanza de la escritura necesita una "revolución".
Como estamos pudiendo comprobar, muchos niños dedican las horas de lengua y literatura a realizar dictados y copiar (o realizar) textos sin ningún significado para ellos.
En términos generales, como bien señalas, la enseñanza de la escritura se limita a que los alumnos no cometan faltas de ortografía, dejando en un segundo plano aspectos tan importantes como la creatividad, la socialización de ideas, etc.
Personalmente, considero que gracias a asignaturas como ésta, nosotros no cometeremos algunos errores en nuestro futuro en las aulas.